Poesías Leonlandesas 4
¡Oh, mein Kaiser!
¡Oh, mein Kaiser, que dominas mis colinas!
¡Oh tú, que observas mis lagunas,
mis pastizales tiernos, mis salinas!
Yo te admiro.
¿Será tu armadura broncínea
que refulge al sol del mediodía?
¿Será tu gallarda línea?
¿De quién heredaste el bravío mar
y la tormenta marina?
¿Quién te ha dado la miel y el panal,
la imponente figura, la osadía?
¿Te dirán acaso los astros
que cabalgues sin frenos,
que el corcel se desboque,
que encuentres la cima?
¡Oh, mein Kaiser, que dominas mis tierras,
mis bosques, mis cavernas,
la rosa ha florecido y a su tallo
le he quitado cada espina!
¡Oh, tú, que dominas las artes
del mercurio esencial, de la sal y el azufre!
Tú, que conoces mi sagrado estigma,
a ti, te dedico estos versos y cada poesía!
Violeta Paula Cappella
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Arrimada a tu puerto
Concedido deseo
Encalla mi beso
Naufragio sereno
Hundida en tus mares
Fondea la proa
El ancla y su peso
El mástil enhiesto
Sube la marea
La nao, sus maderos
Gimen ya prestos
Admirable borrasca
Sumérgese el Todo
En el desenfreno
Violeta Paula
Cappella
¡Oh, los dioses! Ellos te
han dado dos armas mortales: el saber y la palabra.
Te han ungido con aceites
y esencias de libros añejos, con delicados perfumes que huelen a mitos de
lejanos tiempos.
Lo sé, he escuchado tu
mente, he visto tus ojos reflejando tu alma misteriosa e insondable.
He leído en tus labios
una y mil palabras, en la abisal distancia y en la más estrecha cercanía.
Sólo, cuando en la más
secreta y hermética compañía se revela la leyenda de siglos de vida, suspiro y
me digo: he aquí, que el velo se descorre de tiempo en tiempo y asesta el golpe
fatal, sin arco ni flecha, sin lanza ni ballesta: es la palabra que me abraza y
mantiene despierta!
A mi estrellita de plata, Anita
Un
ángel ha venido y es sólo sonrisa,
su
luz, su alegría, así fue su vida.
Un
ángel ha descendido y en su pureza
e
inocencia al mundo ha bendecido.
Un
ángel que volvió de donde vino,
del
Corazón de Dios; allí está su hoy su nido.
Y
Dios la acurruca en entre lazos de amor,
acaricia
sus alas, sus cabellos,
y
le hace cosquillas en su redondo ombligo.
Violeta Paula Cappella
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