Por: Ana Lis Cappella La angustia ha atrapado mi garganta, mis ojos en húmeda neblina destilan la salobre tristeza de tu lejanía, duele el pecho que alguna vez albergó alegría. Ya se ha esfumado mi sonrisa y con ella casi toda mi vida, en mis manos tensas y endurecidas se esconde mi cabeza apabullada. No siento más, en el mayor de los silencios, repito en mi mente que el amor se ha ido. Encorvado, fetal, replegado sobre sí mismo mi cuerpo se estremece y exuda incertidumbre y miedo, miedo a esta vida. ¡Dónde estará la dicha, que hace solo un rato aquí brotaba y suavemente fluía!