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Mostrando las entradas de 2016

Cuatro Poesías Leonlandesas

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Cuatro Poesías Leonlandesas A un noble caballero –  JLB ¿Qué pálido sol, de qué paraje incierto con elixires de alquimia te dio áureos reflejos? ¿O es el oro del Rin enredado en tus cabellos? ¿Qué augustos arcángeles de las oquedades del cielo extrajeron semillas y a tu cuna acudieron? ¿De qué extrañas aguas, profundas y mágicas, provienen tus ojos tan serenos, tan tiernos? ¿De qué rara corteza de abedules enhiestos vistieron los gnomos con delicado esmero tu espíritu de cuerpo? ¿A qué dios del Walhalla le robaste la voz, el más raro acento? Quisiera poder develar cada uno de tus misterios. ¿Me permitís? ¿Me dejás pasar? ¿Puedo ser parte de tus secretos? Quizás no te atrevas... Bien sabés, que a mí también los dioses de etéreos ungüentos y hechizos me hicieron. ¿Serán acaso los astros, los que finalmente decidan? ¿O en magno arrebato retirarás la casta mantilla de encaje europeo y perlas argen

Tres poesías leonlandesas

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Allí viene el miedo Pasaron los años lentos Y con ellos los gobiernos Plantaron naranjos y limas Donde hubo un cementerio Comieron los hombres felices E infelices se hicieron Cuando de los cargados naranjos Manzanas de oro quisieron Golpearon las manos, los puños alzaron Contra quienes les dieron Hicieron hoyos en la tierra Y así se volvieron ciegos Vinieron los de la primavera Y de todo les prometieron Los hombres alegres y brutos Se hicieron uno con ellos No vino el sol ni la cosecha No vino la hierba fresca Ni tan siquiera el otoño Cubrió el suelo de hojas muertas Llegó presto el invierno Y con él todo el desierto Los que antes clamaban justicia Hoy reciben llorando al sepulturero Sombra de lo que fue, es Sangre joven, sangre seca Hambre que ruega al cielo Que la patria no se muera Ojos tristes, tristes besos Bebe vinagre del propio El que creyó que era vino bueno Bebe, que bebe el sediento Que s

Desafortunanzas de Cristo a los argentinos

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Desafortunanzas de Cristo a los argentinos Desafortunados los que giran sus talones buscando el mañana, pues ellos son estatua de sal. Desafortunados los que buscan perlas en el desierto y confunden arena con el fondo del mar. Desafortunados los que digan seguir a su sombra en la niebla, pues ellos se extraviarán. Desafortunados los que hablan de ver luz en la luna nueva, pues pronto enceguecerán. Desafortunados los que griten “alegría” bajo el agua, de seguro os digo, ellos se ahogarán. Desafortunados los que cambian futuro por pasado, porque os atestiguo que esparcen todo mal. Desafortunados los que mienten porque en ellos nunca habrá verdad. Desafortunados los discípulos del cambio que cavan la proa del barco, buscando el cofre escondido que en pocos meses vació Leviatán.   De cierto os digo, argentinos, Ella volverá. Quien quiera oír, que oiga; quien quiera creer que crea; quien tome estas cosas por ciertas, La verá regresar. Cris en ti, esperanza de gloria.

La letra yerma

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Poesías Leonlandesas 5

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Iniciación Él llama a su puerta Ella lo ha convocado Él da un golpe tenue Breve sonido apagado Ella le permite pasar Él espera asustado Él ha asistido a la cita Sin saber si él es su amado Ella lo observa en silencio Y lo conduce cegado Él se despoja de sus ropas, Sus metales, sus trofeos, De lo que afuera ha logrado, Y por lo que siempre ha bregado ¡Cuánto por este amor esquivo Que finalmente ha encontrado! El descubre su pecho, Su rodilla, su pie y su brazo Ella lo envuelve en un velo De misterios de siglos Y de aroma sagrado Él ha abandonado todo Para estar a su lado Ella le cubre los ojos Y lo conduce temblando Hasta un lugar apartado Ella le ha abierto su puerta Su lugar más resguardado Él ingresa a sus entrañas Sin conocer con certeza Dónde se encuentra albergado Ella le ha puesto un lazo A su cuello anudado Él se mira y la mira Y aclara la humedad De sus ojos empañados     Él puede entrever las joyas Con las que Ella El osc

Poesías Leonlandesas 4

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¡Oh, mein Kaiser! ¡Oh, mein Kaiser, que dominas mis colinas! ¡Oh tú, que observas mis lagunas, mis pastizales tiernos, mis salinas! Yo te admiro. ¿Será tu armadura broncínea que refulge al sol del mediodía? ¿Será tu gallarda línea? ¿De quién heredaste el bravío mar y la tormenta marina? ¿Quién te ha dado la miel y el panal, la imponente figura, la osadía? ¿Te dirán acaso los astros que cabalgues sin frenos, que el corcel se desboque, que encuentres la cima? ¡Oh, mein Kaiser, que dominas mis tierras, mis bosques, mis cavernas, la rosa ha florecido y a su tallo le he quitado cada espina! ¡Oh, tú, que dominas las artes del mercurio esencial, de la sal y el azufre! Tú, que conoces mi sagrado estigma, a ti, te dedico estos versos y cada poesía! Violeta Paula Cappella Logbook Arrimada a tu puerto Concedido deseo Encalla mi beso Naufragio sereno Hundida en tus mares Fondea la proa El ancla y

Poesías leonlandesas 3

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La Condenada y el Verdugo Permítame, Señor, Déjeme sólo un instante Quiero guardar su estampa En la hondura desta daga Escapando al momento De la horca que me espanta Las sombras de oscuros males Me atraviesan la palabra Escarchan todos mis gritos Y herrumbran mi esperanza Permítame, pues, Déjeme ascender luego hasta las alturas blandas porque desde allí le veo con su sombrero de copa, su bastón y su capa larga Los cuervos que graznan lejos Me presagian que la barca Atará su soga a mi cuello Y yo, yo seré el ancla. Violeta Paula Cappella Al Niño dormido ¿Dónde está el pequeñito recién nacido? ¿Dónde se ha escondido, Jesús dormido? ¿Quién te anda buscando por ser ungido? Niño de ojos de nácar, bienaventurado hijo ¿Qué será de su nido, su manto y cuna? ¿Quién seguirá sus pasos, sino la luna? ¿Quién le dio oro y perlas, incienso y mirra? Son los sabios de Oriente, tres eremitas. Haz silencio y re