Por Nele Fox Talbot Yo te saludo con el corazón, amigo de mi vida. Te extraño cuando el COVID se levanta furioso. Pasan los días, los teléfonos, los mails y whatsapps. Un saludo de edificio a edificio, querido amigo. Las manos se extienden desde el balcón y el ventanal. “¡Cómo estás!” – te grito y el eco se escucha sobre la plaza. Retorna tu respuesta: “¡Bien, gracias!” - y me preguntas a mí. Respondo alegre: “¡Estoy bien!” – y sacudo mi mano en saludo. Sigue la vida como si nada, como si todo. ¡Hasta pronto!